La secta de los asesinos by Licia Troisi

La secta de los asesinos by Licia Troisi

autor:Licia Troisi [Troisi, Licia]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Juvenil, Fantástico, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


21

Una misión suicida

LA puerta del Consejo de las Aguas estaba cerrada, y Lonerin la miraba retorciéndose las manos. No era la primera vez que asistía a una sesión del Consejo. Por lo demás, ser el discípulo de un mago de la Tierra del Mar implicaba de forma casi automática estar involucrado en la resistencia contra Dohor. Pero en esa ocasión era distinto, la tensión flotaba en el aire.

—Dime, ¿hace mucho que están ahí dentro?

Theana, la chica rubia y delgada que se sentaba a su lado, estaba tanto o más preocupada que él.

—La situación se está volviendo cada vez más dramática.

—Pero ¿saldremos de ésta, Lonerin? ¿Y si fuese el final?

Éste hizo un gesto de contrariedad. Sentía un gran afecto por Theana; sin embargo, aunque ésta le aventajase en cuanto a adiestramiento, solía mostrarse insegura, y entonces él la tranquilizaba pero, en esta ocasión, su ansiedad lo estaba sacando de quicio.

—No tiene ningún sentido estar aquí, preocupándonos. Lo único que podemos hacer es esperar —dijo sin la menor delicadeza.

Theana guardó un angustioso silencio, que se propagó también a la antecámara. Había mucha gente allí fuera. Todos aquellos que no pertenecían al Consejo, pero que formaban parte de la resistencia.

Por lo demás, había motivos para preocuparse. Uno de sus mejores espías, infiltrado en círculos próximos a la Gilda, había hallado un trágico fin, no sin antes haber enviado al Consejo un dramático informe repleto de oscuros presagios.

Sus contenidos no habían sido enteramente divulgados, pero, sin duda, se trataba de algo gravísimo, de una ofensiva final que Dohor estaba decidido a poner en práctica.

Lonerin recordaba bien al espía. Era un joven mago que en el pasado había sido discípulo de su mismo maestro, y durante un tiempo se frecuentaron. Aramon, así se llamaba. Lo había ayudado a menudo con algunos hechizos que se le resistían. Un muchacho regordete, con cara de niño poco desarrollado, pero bastante sagaz y, lo más importante, muy versado en las artes mágicas.

Lo habían hallado asesinado en una espesura cercana, degollado.

A Lonerin le rechinaron los dientes. Sin duda había sido la Gilda. Todos sabían que Aramon estaba investigando en esa dirección. Recordó que pocos días antes, el maestro Folwar lo había interrogado acerca de la Gilda.

—Tú la conoces mejor que todos nosotros.

Lonerin estaba asustado.

—Se trataba de mi madre, Maestro.

—Pero tal vez ella te dijo alguna cosa…

—Era muy pequeño.

—Comprendo tu dolor pero, cuando viniste a mí, me dijiste que desearías que ese dolor diera algún fruto, que se convirtiera en algo de utilidad… pues éste es el momento.

Lonerin recordaba que se apretujó tanto las manos, que los nudillos se le quedaron blancos. Y también fue consciente de que el recuerdo de su madre aún le provocaba demasiada ira, lo cual lo ponía furioso.

—¡Mira!

La voz de Theana interrumpió el hilo de sus pensamientos y lo obligó a dirigir su mirada hacia la puerta de la Sala del Consejo. Estaba abriéndose lentamente.

Entre la luz que se filtraba desde el interior, vio al rey y a los magos sentados alrededor de la gran mesa



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